Una historia muy conocida que documenta la
inigualable habilidad del Husky como perro de trineo es la
historia de lo que se ha dado en conocer como la «Gran Carrera del Suero» de
1925.
Una epidemia de difteria en Nome, Alaska, requería de la llegada de la
antitoxina para prevenir la propagación de la enfermedad, pero las severas
condiciones climáticas hicieron imposible transportarla por aire. El
aprovisionamiento de suero más cercano, que estaba en Anchorage, Alaska, sólo
podía ser llevado por tren hasta la ciudad de Nenana, pero todavía quedaban más
de 1.000 km de viaje hasta Nome. La única manera de cubrir la distancia que
quedaba era usando equipos de perros de trineo. Los equipos de relevos
cubrieron la distancia en sólo cinco días y medio, lo que suponía un tiempo
admirablemente corto para cubrir dicha distancia, y el suero llegó a Nome a
tiempo para salvar a la gente de lo que hubiera resultado en una muerte segura.
Los relatos de la increíble resistencia y del heroísmo con temperaturas bajo cero y en condiciones de ventiscas corren como la pólvora. Los nombres de sus perros y de sus conductores se convirtieron en palabras de uso corriente. Dos conductores en particular, Gunnar Kasan y Leonard Seppala, que usaban equipos de Siberian Husky, se volvieron muy conocidos. El equipo de Kasan fue el último equipo de relevos, el equipo que hizo entrega del suero en Nome, el 2 de febrero de 1925. Su perro líder, Balto, que ya había probado su valía como perro de trineo y como rastreador muchas veces, fue reconocido como mejor perro líder de Alaska. Hoy día, la estatua de Balto se erige en el Central Park de Nueva york como símbolo de los relevos del suero y para conmemoración para todos aquellos buenos perros que participaron en la epopeya. Seppala y sus perros se ganaron el reconocimiento por cubrir 480 km de aquel viaje hasta Nome: la distancia más larga cubierta por cualquier equipo.
Los relatos de la increíble resistencia y del heroísmo con temperaturas bajo cero y en condiciones de ventiscas corren como la pólvora. Los nombres de sus perros y de sus conductores se convirtieron en palabras de uso corriente. Dos conductores en particular, Gunnar Kasan y Leonard Seppala, que usaban equipos de Siberian Husky, se volvieron muy conocidos. El equipo de Kasan fue el último equipo de relevos, el equipo que hizo entrega del suero en Nome, el 2 de febrero de 1925. Su perro líder, Balto, que ya había probado su valía como perro de trineo y como rastreador muchas veces, fue reconocido como mejor perro líder de Alaska. Hoy día, la estatua de Balto se erige en el Central Park de Nueva york como símbolo de los relevos del suero y para conmemoración para todos aquellos buenos perros que participaron en la epopeya. Seppala y sus perros se ganaron el reconocimiento por cubrir 480 km de aquel viaje hasta Nome: la distancia más larga cubierta por cualquier equipo.
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